Niñez y Adolescencia
Diagnóstico

    Con la aprobación de la Convención de los Derechos de los Niños por la Asamblea de las Naciones Unidas y su posterior ratificación por la Asamblea Legislativa de Costa Rica, se evidenció en mayor medida la percepción de la niñez y adolescencia como un grupo social sujeto de derechos.

    A partir de esa coyuntura, se convierte en una obligación del Estado garantizar el cumplimiento de los derechos de este grupo etario. La creación y posterior aprobación del Código de la Niñez y Adolescencia, la Agenda Decenal de la Niñez y Adolescencia y el reciente nombramiento de una ministra sin cartera son el reflejo de la importancia que a nivel nacional se le brinda a la protección de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes que habitan en el país.

    Según el Censo Nacional de Población del año 2000, las niñas, los niños y los adolescentes del país representan un 39,5% (1.508.416) de la población nacional; dentro de ese grupo, los menores de 6 años constituyen un 15% de la población (587.780); los niños entre 6 y 11 años ascienden a 423.796, y el grupo de adolescentes (12 a 17 años) está conformado por 496.840 personas.

    Estadísticas preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Censos señalan que para el año 2001, la tasa de mortalidad infantil fue de 10,8 por 1.000 nacidos vivos, lo que ubica a Costa Rica entre los países de América Latina con un comportamiento más favorable en este indicador. No obstante, se requiere reforzar los esfuerzos para enfrentar la mortalidad por afecciones perinatales y malformaciones congénitas, que mantienen un aumento sostenido en los últimos años.

    La mortalidad infantil también evidencia brechas geográficas importantes que reflejan una relación directa con las condiciones de vida y el nivel de pobreza de la población. En las provincias de Limón y Puntarenas, se registraron valores por encima del promedio nacional; a nivel de cantones, en Talamanca y Bagaces la tasa asciende a 20 por mil.

    La tasa de mortalidad general en 1999, para el grupo etario comprendido entre los 13 y 15 años, fue de 3,7, por cada 10.000, y para la población de 16 a 17 años fue de 6,2, por cada 10.000, siendo las provincias de Puntarenas, Limón y Alajuela las que reportan las tasas más altas. La mayoría de adolescentes mueren por accidentes y cáncer. Los homicidios ocupan el cuarto lugar en el grupo de 16 y 17 años, con una tasa de 0,70 por 10.000.

    La situación nutricional de los niños es un ámbito que requiere atención especial, ya que de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición de 1996, aproximadamente uno de cada cinco (22%) niños y niñas menores de 6 años presentó algún grado de desnutrición, moderada y severa. La proporción más alta de menores de edad con nutrición adecuada, se localiza en el Área Metropolitana, pero también es la zona con la más alta incidencia de desnutrición severa y con retardo en talla (UNICEF, UCR, 2000). En cantones como Upala, La Cruz y Talamanca persisten bajos índices en la relación talla para edad, evidenciando la existencia de disparidades geográficas.

    En la Encuesta citada, se encontró la prevalencia de anemia entre un 30% y 64% de niños y niñas preescolares; los más afectados son los menores de un año de edad, con un 36,5%. A nivel geográfico se reflejan importantes brechas, ya que un 32,7% de los niños que habitan en zonas rurales tenía anemia, en contraste con los centros urbanos, que presentaron un 27,9 % y en el Área Metropolitana representaron solamente el 16,6 %. La población preescolar, en un 32,5%, tenía deficiencia de vitamina A, y el 31% presentó carencia marginal, lo cual implica un alto riesgo de desarrollar hipoavitaminosis.

    Los servicios públicos de cuidado, atención y promoción integral para la población menor de 5 años, enfrentan problemas de recursos financieros y articulación, que atentan contra el logro de un incremento en la cobertura de los programas y la mejora en su calidad. En el año 2000, los CEN-CINAI cubrían 117.817 niños y niñas, y de estos 12.869 recibían atención integral, cifras que revelan una alta proporción de población infantil que no tiene acceso a servicios de atención integral y estimulación temprana.

    El país cuenta con un esquema básico de inmunizaciones, que ha permitido erradicar enfermedades como la poliomielitis, tétanos neonatal y el sarampión; sin embargo, las coberturas óptimas, establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) no han sido alcanzadas. En 1998, en 64 de los 81 cantones del país la cobertura fue inferior al 80%, con lo que aproximadamente un 20% de población menor de edad queda vulnerable a enfermedades previsibles.

    Se requiere aumentar la cobertura en educación preescolar. En el año 2000, la matrícula en ese nivel cubrió al 80% de los niños, cifra que refleja la existencia de un trecho para alcanzar el objetivo de la universalización de la educación preescolar, hacia donde se ha abocado el Estado costarricense en los últimos años.

    La capacidad que tiene el sistema educativo para retener a los estudiantes disminuye conforme avanza la edad de los niños y adolescentes, convirtiéndose en un problema para la población de 13 a 17 años, principalmente la que reside en áreas rurales, donde el 80,5% de ellos no asiste a ningún centro educativo. Según datos del Censo Nacional de Población, el 24,7% de la población urbana y rural, en este grupo etario, no ha concluido la primaria y no asiste a un centro educativo; en cifras absolutas representan 115.882 adolescentes. El fenómeno de la deserción se inicia en el pasaje de sexto grado a sétimo año, que trae al final una matrícula del 50% de la matricula inicial.

    El consumo de drogas es un punto álgido. Investigaciones realizadas por el IAFA en niños de quinto y sexto grados, en escuelas ubicadas en Limón, Guanacaste y Heredia, revelan que uno de cada cinco estudiantes ha consumido algún tipo de drogas por lo menos una vez en la vida, y uno de cada cuatro recibió ofertas de drogas en algún momento. En muestras nacionales de estudiantes de sétimo año, sugieren cambios importantes en los patrones de ingestión: en el consumo de alcohol, los hombres se inician antes de los 12 años, y 2 de cada 10 señalan haber ingerido licor en los últimos 30 días; en relación con el consumo de tabaco, los hombres presentan una tasa más alta de fumado activo que las mujeres (11% y 8,4%, respectivamente).

 

                                     


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